lunes, 22 de octubre de 2012

Análisis de Perú en Asunción

Todo cuesta arriba. Perú perdió 1-0 en Asunción y prácticamente quedó eliminado de Brasil 2014. Al cuadro bicolor le faltó actitud y fútbol para sacar un buen resultado. Pablo Aguilar anotó el único gol en el Defensores del Chaco.
Marco Cabrera.
Enviado especial a Asunción
En el mes morado no existen los milagros para Perú. La ilusión que se prendió en la fecha doble pasada se volvió a apagar con resultados que nos dejan prácticamente eliminados de Brasil 2014. Aunque suene duro, es la realidad que nos golpea una vez más.
Teníamos que ganar, pero la presión de nuevo nos ahogó. Las estadísticas negativas en Asunción nos golpearon más fuerte que el calor de la capital paraguaya. La obligación de imponerse de visitante nos jugó una mala pasada.
El equipo de Sergio Markarián no fue superior a este cuadro guaraní que sigue último en la tabla de posiciones de las eliminatorias. Fue un mar de imprecisiones. Le faltó marca por las bandas y solo tuvo algunos chispazos de buen fútbol que no alcanzaron para tener una ocasión de gol, salvo un remate de Vargas.
Paraguay nos empujó a nuestra área con su ya conocida garra. Nunca dejó de pelear un balón, con velocidad e ímpetu se hicieron fuertes en el Defensores del Chaco. Benítez y Piris por los lados fueron una constante preocupación para Yotún y Advíncula.

Zambrano es de los pocos que se salvan de la crítica. Controló a Nelson Haedo Valdéz hasta que fue cambiado y a Caballero no lo dejó aparecer. Sin embargo, la pelota parada sigue siendo nuestra pesadilla.
Cada tiro libre se convierte en un ataque de nervios en la defensa peruana que de nuevo cometió un error al dejar libre a Pablo Aguilar, quien solo empujó el balón ante la mala salida de Raúl Fernández y la mirada de Juan Vargas, quien perdió su marca.

El ‘Loco’ se dedicó más a pelear con los rivales que a jugar. Con poco ritmo y nula precisión, fue uno de los más bajos en la selección junto a Luis Ramírez y Claudio Pizarro, que no gravitó en la defensa rival. Paolo Guerrero y Jefferson Farfán intentaron causar peligro, pero fueron controlados siempre por los contrarios.
Perú quiso jugar a la paraguaya. Puro pelotazo, balón dividido. Perdió identidad, más aún cuando en su desesperación, Sergio Markarián sacó a Yotún e hizo ingresar a Ruidíaz. El mediocampo fue una zona de simple tránsito, el desorden se agravó y al final perdimos de nuevo.
Perú no fue un equipo, solo  un grupo de jugadores que estuvieron en una misma cancha donde trataron de ganar con acciones individualidades. Con un milagro que no se cumplió.El ‘Mago’ terminó con el ceño fruncido porque sabe que la planificación hecha para esta fecha doble no salió como él esperaba. Hasta los seis puntos pensó que eran posibles, pero terminó con solo uno, con ocho puntos de la tabla y con el sueño terminado.
No saque la calculadora, seguro que los números dirán que no estamos eliminados, pero la realidad es que tendríamos que ganar todos los partidos de local y robar puntos de visitante para tener esperanzas. No hay margen de error, se necesita la perfección en una selección que mostró más errores que virtudes y que en los momentos determinantes nunca está a la altura de las circunstancias.

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