jueves, 18 de octubre de 2012


Paraguay, al fin, cantó victoria

El gol lo convirtió Aguilar, de cabeza, en el segundo tiempo. De todos modos, el equipo de Pelusso sigue último.

Después de cinco derrotas consecutivas en estas eliminatorias, Paraguay se reencontró con la victoria. Y así encontró algo de desahogo para apaciguar la prolongada crisis futbolística. La ilusión de clasificar al próximo Mundial -algo que para Paraguay se había convertido en rutina en los últimos tiempos- volvió a tomar color y renacieron en parte las esperanzas, más allá de que los números continúen entusiasmando poco, lo mismo que el nivel del equipo.

Pablo César Aguilar, el actual marcador central del Tijuana mexicano, surgido de Sportivo Luqueño y con doble paso por el fútbol argentino -jugó en Colón la temporada 2008-09 y en Arsenal en 2010-12, fue el héroe en el Defensores del Chaco. Además de aportar seguridad en la marca y mucho temperamento, fue el autor del único gol. Que nació de una pelota parada. Tiro libre desde la izquierda, Pablo Aguilar saltó en el área chica, el arquero Raúl Fernández tuvo una mala salida y, de cabeza, Aguilar puso el 1 a 0, a los 7 minutos del segundo tiempo.

Con mentalidad ofensiva, como lo obligaba su presente en la tabla, arrancó el equipo de Gerardo Pelusso. De todos modos, le costó mucho elaborar jugadas de real riesgo ante un Perú que intentaba mover la pelota y darle buen trato con la intención de entregársela limpia a los inquietos Jefferson Farfán, Paolo Guerrero y Claudio Pizarro. Sin embargo, Perú tampoco era punzante.

Empezó a crecer Paraguay, recurriendo a su temperamento, y dispuso de algunas oportunidades claras. Como el remate cruzado de Edgar Benítez que salió rozando un poste; el zurdazo de afuera de Samudio que motivó una buena tapada de Raúl Fernández; y un tiro de Dos Santos que atrapó el arquero peruano.

Con el gol de Aguilar, Paraguay creció y se afirmó mejor. Con movilidad y, sobre todo, exceso de personalidad y de garra se hizo dueño casi absoluto del partido.

Perú siguió con sus intenciones saludables por armar juego asociado. Sin embargo, mantuvo su liviandad a la hora de buscar penetrar en el área rival.

Por momentos, los roces y las piernas fuertes amenazaron con complicar el partido. Pablo Lunati debió estar muy atento, y con sus habituales gesticulaciones y diálogos, sumados a algunas amarillas, consiguió calmar los ánimos cuando todo parecía complicarse.

Paraguay cortó su mala racha. Con algunos nombres nuevos, se recompuso y las ilusiones volvieron a su cuerpo.

FUENTE: Clarín.com

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