lunes, 30 de enero de 2012

Reportaje a Willan Chiroque

Tras su muy buena participación en la Copa América, jugada en Argentina elaño pasado, todos querían saber de Chiroque. Panamericana TV,a través de Panorama, no fue la excepción.


Las mejores canteras del fútbol europeo


Las mejores canteras que tienen los mejores clubes del mundo provienen de Europa. E ahí el dilema de por qué el nivel de estos equipos es tan competitivo a nivel mundial. Uno mejores que otros, pero todos con el propósito de hacer con el club un juego más vistoso y ofensivo. Actualmente podemos ver a talentos tan reconocidos en distintas partes del mundo del fútbol, y es que muchos de ellos han podido salir de algunas de las canteras que mostramos a continuación:

El fútbol ha cambiado. No hace mas de 20 años cuando las mayoría de los equipos se abastecían principalmente de jugadores de cantera. La implantación de la Ley Bosman (permitía la libertad de movimientos de fútbolistas europeos) dejaba en entredicho la rentabilidad que podría tener apostar por la cantera. Sin embargo los años han dado la razón a aquellos clubes que han luchado por sacar adelante la cantera obteniendo magníficos resultados deportivos y económicos.
El éxito o el fracaso deportivo de un club están en manos de no más de 18 jugadores, los cuales deben rendir al máximo para conseguir los objetivos que el club les propone. Para ello los futbolistas son tratados como reyes con el fin de exprimir lo mejor de sí mismo y dar el máximo en los terrenos de juego. Por otro lado, los clubes deben hallar a futuras promesas que en un futuro formen parte de ese selecto grupo de élite para, o bien formar parte de la plantilla o para convertirse en mercancía para sacar “tajada” por su traspaso. Los grandes clubes invierten cifras astronómicas en sus canteras. Para ello, contratan a los mejores profesionales, acondicionan y habilitan inmensas ciudades deportivas con un sin fin de comodidades. Además, organizan viajes, concentraciones y partidos por todos los rincones del planeta. Todo esto supone una inversión extraordinaria.

Pero después, pocos son los clubes que dan importancia a los resultados obtenidos en la fábrica. Tanta inversión para acabar buscando jugadores extranjeros dejando a chavales jóvenes indignados y traicionados por un club que desde pequeños apostó por ellos y que al final les dan larga. Eso es lo realmente triste de este asunto. Pero el problema continuará hasta que los grandes clubes no se percaten del potencial de su cantera dando palos de ciegos en cantera extranjeras. Estos tiros suponen cientos de millones de euros desperdiciados y un desprestigio difícilmente reparable.    

Sin embargo hay equipos con un poco de sentido común que sí que apuestan decididamente por sus canteras. A continuación pondremos algunos ejemplos de países que tienen sus equipos grandes y otros que no lo son tanto, pero que tienen algo en común, la confianza en sus canteras.

El Milan es el mejor ejemplo de cantera en Italia. Desde hace ya décadas la fábrica milanista desarrolla a jugadores italianos en su ciudad deportiva de 160.000 metros cuadrados. Hablamos de Milanello. Esta ciudad deportiva está situada a unos 300 metros de altura y existen seis campos reglamentarios. Actualmente, Milanello representa un importante activo no sólo para el Milan, sino para todo el sistema futbolístico italiano. Ahí es dónde el Milan forma a sus jóvenes perlas, enseñándoles un fútbol vistoso, pero no el fútbol rancio por el que se entiende el italiano. De milanello han salido jugadores de la talla de Paolo Rossi, Baresi, Maldini, Menazza o Massaro, entre otros. Sus talentos actuales son Bonera, Costacurta, Gattuso o Andrea Pirlo.

Indiscutiblemente, una de las canteras más prolíficas del fútbol mundial es la del Ajax de Amsterdam. La cantera holandesa siempre se ha caracterizado por apostar por un fútbol vistoso y ofensivo. En esta fábrica de futbolista han salido grandes jugadores. Sin ir más lejos, cuando el Ajax se proclamó campeón de Europa en 1995 lo hizo con la base de la Selección Holandesa: Bogarde, Reiziger, Klulivert, Van der Sar, Overmars, etc. Todos estos eran jóvenes talentos que terminaron formando la selección naranja. El gran problema de todos estos jugadores ha sido siempre la falta de adaptación a las demás ligas europeas ya que muy pocos han conseguido triunfar fuera de las fronteras holandesas. Sus más reconocidos talentos han sido: Van der Meyde, Davids, Rijkaard, Gullit, Cruyff, Van Basten o  Neeskens, entre otros. Sus talentos actuales son Stekelenburg, Van der Vaart, Sneijder o Huntelaar.
Dentro de nuestras fronteras
En España por inversión económica y por amplitud, la cantera deReal Madrid y Barcelona son las más fructíferas. El Real Madrid tiene 44 jugadores (más de dos plantillas completas) repartidos por la Liga BBVA, mientras que el Barça no se queda atrás aportando 37 jugadores. Las magnificas instalaciones destinadas a la cantera (Valdebebas y la Masía), unido a los grandes profesionales que trabajan en ellas recrean un ambiente inmejorable para salud deportiva del canterano. Hablar de jugadores de talla mundial como Messi, Casillas, Raúl, Bojan, Puyol es el resultado del trabajo bien hecho.

En cuanto a mérito, hace unos años el Sporting de Gijón era una de las canteras más prestigiosas de España, pero ahora quien porta ese honor es la cantera del Sevilla F.C. La cantera de Nervión se caracteriza por formar a sus jugadores con las señas de sacrificio, voluntad y, sobre todo, humildad. Además motivan a sus pupilos acercándolos a trabajar con la primera plantilla. Si el Sevilla FC vive una situación privilegiada en lo deportivo y en lo económico es gracias a la calidad de los canteranos que han llegado al primer equipo y a los ingresos recibidos por las ventas de jugadores de la cantera. Sus más reconocidos talentos han sido: Rafa Paz, Merino, Sergio Ramos, Reyes, José Mari, Jesuli, entre otros. Sus talentos actuales Diego Capel, David Prieto, Fazio, Alfaro o Jesús Navas.

Reportaje a William Chiroque

El diario El Comercio realizó un reportaje al jugador peruano que fue la revelación de la última Copa América donde narró sus vivencias y que significo para él ser reconocido recien a sus 31 años.

William Chiroque, el “mejor jugador joven” de Perú tiene 31 años


La apariencia física del jugador de Juan Aurich ha hecho que piensen que tiene 10 años menos. Hoy tiene varias ofertas.

“A mi esposa ahora le digo que tengo 21”, je. William Chiroque sonríe con esa sonrisa medio ingenua que ha aparecido en todos los medios desde que irrumpió en la Copa América. Acaba de terminar una entrevista con Al Jazeera y se acerca para hablar.

El día del partido ante Colombia, Chiroque sorprendió a todos con su cuerpo menudo. “¿Tiene 31?”, preguntaban en las tribunas de prensa unos sorprendidos periodistas argentinos que, seguramente, ya lo alucinaban como la próxima gran inversión a futuro del fútbol argentino.
“Es una anécdota. Al final preguntaron y tuve que aclararlo”, nos cuenta.

William Chiroque es un jugador postergado que agradece a Markarián, a sus asistentes, a sus compañeros y hasta a los utileros por su desempeño. Ha sacado su cuenta y se ha enterado de que nunca pudo alinear más de 15 minutos por partido en la selección, al menos hasta ahora.
“¿Qué habrá sido? La oportunidad siempre la tuve, pero nunca pude jugar más de 15 minutos. Igual siempre estoy trabajando y de lo mejor”.

Sin embargo, Chiroque no pierde el optimismo. Su nombre ahora figura en cartera de varios clubes incluyendo a la Universidad de Chile de Jorge Sampaoli. Sabe que es probable que si hubiera tenido más oportunidades con la selección, se hubiera ido hace años, pero todavía piensa que puede agarrar la visa para un sueño.

“Quién sabe, son cosas que pasan y por algo es. Estoy tranquilo, hay que seguir tratando y pensar que todavía se puede salir al extranjero. Ojalá esto no quede aquí, ojalá siga dando de qué hablar”, finaliza.

Reportaje de Lionel Messi

Lionel Messi ¿el mejor jugador del mundo? Sin lugar a dudas que Leo Messi se ha ganado con creces el título del mejor jugador del mundo, eso no hay quien lo objete.

Lionel Andrés Messi nació en Rosario, Argentina, en 1987 y actualmente juega en la Primera División de España en el FútbolClub Barcelona, así como también participa en la selección de su país durante los mundiales.

Lionel Messi recibió el Balón de Oro y el premio al Mejor Jugador del Mundo de la FIFA, además por su estilo y habilidad de juego se lo compara con Diego Maradona, del cual los adeptos afirman que es el sucesor; Messi a sus cortos 22 años ya ocupa un lugar entre los 5 mejores de la historia junto con Pelé, Diego Maradona, Johan Cruyff y Alfredo Di Stéfano.

Actualmente el joven futbolista es motivo de revuelo, el martes pasado demostró con creces que el titulo del mejor jugador del mundo no le queda grande en absoluto. El Mesías del Barça anotó los 4 goles del triunfo de su equipo ante Arsenal, lo que lo calificó para la Liga de Campeones.

“El Pulga”, como se le apoda por su corta estatura, actuó de forma genial y decisiva, explosiva y letal; Messi es el fútbol afirman los periódicos del mundo. Los goles que el argentino hizo a Arsenal, fue lo más visto en la tv española; pero a su vez la prensa de todo el mundo siguió el desarrollo del partido.

Lionel Messi es el mejor jugador del mundo, el Pulga se está convirtiendo en un referente de este deporte, pero a su vez es ejemplo de esfuerzo, tesón, dedicación y sacrificio. Messi ama el fútbol, y el fútbol lo ama a él; es un elegido que nació parajugara la pelota, goza haciendo lo que hace y a su vez hace gozar a todos los que lo siguen.

El caso del Fokker del Alianza Lima y el negado derecho a la información


Informe de Enrique Flor desde Miami.- Hella Tomasini Aita está convencida de que sus padres murieron consumidos no sólo por el dolor que provoca la muerte de un hijo sino por el silencio de la Marina de Guerra del Perú.


Su madre, del mismo nombre, falleció el 14 de febrero de 2001 clamando hasta sus últimos días, durante poco más de 13 años, que ese instituto armado le diera una explicación por la muerte del menor de sus dos hijos, Alfredo Tomasini, delantero del club de fútbol Alianza Lima.


El futbolista fue una de las 43 víctimas del Fokker F-27 de la Marina de Guerra que se estrelló en el mar de Ventanilla, el 8 de diciembre de 1987. “Luego de la muerte de mi hermano, mi mamá nunca recibió una respuesta de la Marina, ella murió a los 62 años de edad sin encontrar la paz que buscaba, sin conocer la verdad de lo que le ocurrió a Alfredo”, afirma la hermana del fallecido jugador.


Por primera vez en 22 años Tomasini Aita habla públicamente sobre el drama que sufrió su familia ante el presunto ocultamiento de una investigación realizada por la Armada peruana.
“La Marina había hecho una investigación, la terminaron y la escondieron a pesar de que le rogábamos una respuesta por lo que sucedió, hasta que ustedes la encontraron en Estados Unidos”, dice Tomasini Aita en diálogo telefónico desde su hogar de Miraflores, en Lima.


El documento oculto


En septiembre de 2006, tras dos encuentros previos, una fuente me citó en el downtown de West Palm Beach, ciudad ubicada a una hora y media de Miami, en el sur de la Florida. Allí, desde el desaparecido restaurante Marks, ubicado en el segundo piso de City Place, un céntrico centro comercial de West Palm Beach, se podía observar a la distancia, en plena calle Hibiscus, el paradero inicial de un bus anfibio dedicado a pasear a turistas por las calles del downtown y a navegar por la bahía de West Palm Beach, frente a las casas de veraneo de millonarios estadounidenses.


Muy pocos sabían que el piloto de aquella embarcación turística, llamada Diva Duck, era el ex oficial de la Marina de Guerra peruana que tuvo a su cargo la investigación del accidente del Fokker que enlutó al equipo aliancista. Se trataba del ex capitán de navío Edmundo Mercado Pérez, quien guardaba consigo una copia original de ese documento en el sur de la Florida, a donde se mudó con su familia en 1988.


Se trataba del informe final de la Junta de Investigación de Accidentes de Aviación Naval culminado el 8 de febrero de 1988, dos meses después del accidente del Fokker -27 de matrícula AE-560. Este documento nunca había sido de acceso público en el Perú, a pesar de los reclamos de los familiares de las víctimas del Alianza Lima.


Cuando lo vi por primera vez, el documento de 144 páginas estaba archivado en un fólder plástico de tapa transparente por el frente y naranja por detrás. Algunas de sus hojas tenían el sello de “reservado” o “secreto” y mantenían las huellas de grapas y clips oxidados por el paso de los años.


Partes medulares del documento, que previamente había podido copiar en una libreta con la autorización de la fuente, ya venía siendo investigado en Lima por César Hildebrandt Chávez, periodista del entonces programa televisivo La Ventana Indiscreta, que dirigía Cecilia Valenzuela.


Originalmente, desde Lima, Hildebrandt Chávez había entablado contacto telefónico con la fuente en West Palm Beach. Y luego de lograr el acceso al documento escondido, Hildebrant Chávez corroboró de forma rigurosa la información, lo que implicó varias entrevistas en y fuera de cámaras con una veintena de fuentes militares, políticas y judiciales.


Ese cruce de información no sólo ofreció la plena convicción de que el documento era verdadero, sino que sirvió de insumo contundente para elaborar una serie de reportajes con información inédita sobre la tragedia. “Cuando (en octubre de 2006) vi el reportaje del documento oculto en Estados Unidos mi padre me hizo prometerle una cosa: que yo no dijera nada, que no diera ninguna entrevista”, recuerda Tomasini Aita.


El dolor de los padres


La hermana del jugador asegura que su padre, Alfredo Tomasini Gutiérrez, un ex médico traumatólogo de la clínica Maison de Santé, en el centro de Lima, mantenía vivo el temor de supuestas amenazas que le habrían hecho agentes de la Marina, poco después del accidente.
“El 16 de diciembre (de 1987), casi una semana después de la tragedia, mi papá fue retenido en la Comandancia General de la Marina, que está en (la avenida) Salaverry (en el distrito de Jesús María), él me contó que lo tuvieron ahí varias horas, y le dijeron cosas como que no siga metiéndose (en el caso), que sabían que tenía otra hija que cuidar, que era época de terrorismo”, relata Tomasini Aita.


A partir de ahí, agrega, su padre optó por tomar distancia y dejó de insistirle a la Marina o de dar alguna declaración a los medios. En agosto de 2007, luego de diez meses de que la prensa revelara la existencia de la investigación oficial de la Marina, Tomasini Gutiérrez falleció a los 73 años de edad víctima de un cáncer fulminante. “Mi padre era un hombre muy fuerte, entero, pero lo consumió la tristeza. Pero quien no se quedó callada fue mi mamá, ella siempre salía en los medios, incluso mi familia era amiga de Mauricio Fernandini (reportero de televisión). Ella siempre pedía a través de los medios que le dieran una explicación sobre el accidente”.


La cadena de mando


Entre los documentos encontrados en West Palm Beach se encuentra un compendio del Informe Final del accidente elaborado por Mercado Pérez y que fue elevado al entonces Comandante General de la Marina, el 10 de mayo de 1988 con el objetivo de procesar el cobro de la póliza con Popular y Porvenir Compañía de Seguros.


En ese resumen de 11 páginas, Mercado concluye que el Fokker 27 se estrelló en el mar por “un error humano”. En síntesis, la responsabilidad recayó sobre el piloto, el entonces teniente Edilberto Villar, y el copiloto, teniente Fernando Morales Dapuetto.


Y pese a que posteriormente fue absuelto por la Justicia Militar, las acusaciones no dejaron de centrarse en Villar, quien nunca ha dado su versión oficial sobre los hechos. Ni para la investigación realizada por Mercado Pérez, ni ante la opinión pública. Una vez absuelto judicialmente, Villar se habría mudado a Australia, según versiones extraoficiales.


No obstante, la investigación es reveladora. Esta ofrece luces sobre la responsabilidad de la cadena de mando de la Marina de Guerra por dos factores clave:
Primero, la Aviación Naval (de la Marina de Guerra del Perú) enfrentaba serias dificultades para entrenar de forma adecuada a sus pilotos.


En el informe X.1000-1539, del 24 de diciembre de 1986 (casi un año antes del accidente) elaborado por el entonces comandante de Fuerza de la Aviación Naval, Augusto Vargas Prada, este le solicita al Comandante General de Instrucción, Augusto Parodi Rivera, iniciar un programa de entrenamiento de pilotos para Fokker 27 mediante un simulador de vuelo para mejorar el nivel de capacitación.


Este programa implicaba el envío de oficiales al extranjero para ser entrenados en la compañía Air New Zeland, entonces propietaria del único simulador de ese tipo de aeronaves, de acuerdo al documento.


El informe de Vargas Prada detalla, por ejemplo, que para instruir a los pilotos en procedimientos de emergencias, la aeronave no podía ser sometida a condiciones de vuelo real en las accidentadas regiones naturales del país y las variantes condiciones atmosféricas por el riesgo personal y material. Por eso, Vargas pidió iniciar un programa de instrucción en tierra, ejercicios de emergencia y prácticas de simulador con tres oficiales a principios de 1987.


En enero de 1987, Parodi Rivera le respondió a Vargas Prada a través del memorándum reservado 062, que el curso de entrenamiento para pilotos de Fokker 27 sería incluido recién en 1988. Mientras, siguieron operando.


Segundo: A pesar de que los pilotos de Fokker 27 no tenían la suficiente capacitación, la Marina continuó ofreciendo servicio de transporte a civiles.


Los documentos compilados durante la investigación de Mercado Pérez demuestran que los mandos de la Marina eran conscientes del problema de entrenamiento de sus pilotos aeronavales. Sin embargo, no destinaron los recursos necesarios para solucionar el problema.
Hasta allí quizás el problema sería sólo presupuestal, como ocurre con la gran mayoría de instituciones gubernamentales del Perú. Sin embargo, ¿si se sabía de ese problema cómo es que la Marina de Guerra del Perú fletaba sus aeronaves para llevar a civiles como ocurrió en el caso del Alianza Lima?


Pero las pocas horas de vuelos que registraban los pilotos de la Marina no sólo era un problema de los pilotos de Fokker 27. El informe secreto X.1000-043, del 18 de mayo de 1987 (siete meses antes del accidente), elaborado por el Comandante del Grupo Aeronaval Numero 2, capitán de navío Gustavo Salcedo Williams, detalla la carencia de repuestos y la poca disponibilidad de vuelos en helicópteros para entrenar a los pilotos en vuelos reales en este tipo de aeronaves.


El retraso de la taquilla y el vuelo nocturno
De acuerdo con los reportes de la Marina, Villar registraba 1,170 horas de vuelo en el F-27, de las cuales 102 habían sido como comandante de aeronave. Cuando ocurrió el accidente, Villar tenía un año como comandante de aeronave. Según la investigación, el F-27 despegó de Pucallpa rumbo a Lima el martes 8 de diciembre a las 18:31 y no a las 17:20 como estaba programado, debido a que un miembro de la delegación del Alianza Lima, responsable del cobro de la taquilla del partido contra el Deportivo Pucallpa, se retrasó y recién abordó el F-27 a las 18:15. Esto significaba que parte del vuelo hacia Lima y el aterrizaje se harían de noche.


Al respecto la investigación de Mercado Pérez detalla que en los tres meses previos al accidente, Villar sólo había tenido 12 horas de vuelo instrumental en el F-27. De noche apenas acumulaba cinco horas. En el último mes no registraba ni una sola hora de vuelo nocturno.


Durante esa investigación, los jefes de Villar aseguraron que el entonces teniente contaba con la capacidad suficiente para comandar la aeronave. Respecto a Morales, las opiniones fueron más conservadoras. Pero lo cierto es que los reportes oficiales de la Marina detallan que apenas registraba una hora de vuelo nocturno en los tres meses previos al accidente.

El resto es historia conocida. De a cuerdo a la investigación de Mercado Pérez ocurrió una serie de hechos: la luz del tren de aterrizaje delantero prendió en naranja (indicando que algo estaba mal); Villar empezó a revisar los manuales de procedimiento – que estaban escritos en inglés, idioma que no dominaba -, y le entregó el mando a Morales; éste sin percatarse piloteó la aeronave en descenso hacia el mar; y cuando Villar intentó rectificar fue muy tarde. El avión se estrelló en las aguas de Ventanilla.


Sin embargo, la conclusión de esta suma de factores no incluyó la negligencia de los mandos de la Marina al ofrecer un servicio de transporte para civiles sin que se destinara el presupuesto necesario para ofrecer la adecuada capacitación a sus pilotos. El hilo se rompió por el lado más débil y las acusaciones se centraron en Villar.


Tras revelarse esta investigación en octubre de 2006, la Marina no se disculpó con los deudos ni ofreció una explicación sobre cómo ocurrieron los hechos. La versión oficial de la Armada fue que toda esta documentación la entregó de forma oportuna al Congreso de la República, y mostraron los cargos con sellos de recepción del parlamento. En los archivos del Congreso no fueron ubicadas las copias de la investigación. Asimismo, la Marina decidió colgar en su página web la investigación, medida de que venía siendo reclamada durante dos décadas.


El silencio a la tumba


El 29 de julio de 2008, Mercado Pérez, el investigador de la Marina, murió de cáncer generalizado en un hospital de West Palm Beach. Su ex esposa Nayade Portillo, que antes los ojos de la Marina fue la fuente que me habría abierto las puertas a la investigación oficial del caso del Fokker, se encuentra envuelta en una trama legal debido a que la Marina retuvo la mitad de la pensión de orfandad que por derecho le correspondía a su hijo de 10 años.


De acuerdo con Portillo, luego de que murió Mercado ella viajó a Lima y se presentó en la sede naval del Callao para tramitar la pensión para su hijo. Mientras esperaba la resolución que aprobaba la pensión, se presentó la primera esposa del difunto alegando que tenía un hijo incapacitado.


Con ese argumento, explica Portillo, la Marina retuvo el 50 por ciento de la pensión hasta que la primera esposa demuestre judicialmente que el hijo de 30 años es realmente incapacitado.
“Esto me parece un abuso, un perjuicio al hijo menor del hombre que tuvo el informe (del caso Fokker 27), y por los errores del padre no puede pagar mi hijo”, dijo Portillo, quien estuvo junto a Mercado Pérez hasta el final de sus días en el sur de la Florida.


Por su parte, Tomasini Aita señala que los deudos del accidente se han vuelto a organizar, y han retornado al Poder Judicial “para demandar a la Marina en busca de una pensión justa”. Para ello han contrato al estudio del abogado José Ugaz.
Lo que más le indigna a Tomasini Aita es que la Marina ha tratado a los deudos “como a sus enemigos”.


“Nunca nos dijeron todo lo que sabían de este caso, el acceso a una investigación oficial culminada fue bloqueado por casi dos décadas”, afirma. “Por eso a la Marina no le creo nada de lo que ha dicho en este caso, todo siempre ha sido una mentira”.


*** Me parece que ésta investigación detalla, sin temor alguno y sin pelos en la lengua la actitud cobarde de una institución armada, a la que muchos defienden y admiran con orgullo. Es una pena sinceramente, que no se le de una versión oficial a los deudos y que casi 25 años después el caso siga impune, ésto es una burla y creo que debería volverse a tocar el tema en el Poder Judicial.

Me pareció buena la investigación del autor pues fue mucho más allá de lo que ya nos tenían acostumbrados cada vez que algún medio realizaba una investigación sobre este penoso accidente.

Los cinco mejores Madrid de la historia

La leyenda del mejor club del siglo XX no ha dejado momentos inolvidables, futbolistas de ensueños, duelos irrepetibles y sobre todos equipos que levantaron del asiento a todos aquellos quienes amamos el fútbol. El Real Madrid uno de los clubes que mejores plantillas ha logrado reunir en sus ya más de 107 años de historia. En este artículo hemos querido repasar cuales han sido el top-five blanco.

1 El Madrid de Di Stéfano. Probablemente junto al Milan de Sacchi, el mejor equipo de la historia. Los historiadores están de acuerdo en afirmar que su fichaje por el Real Madrid cambió el rumbo del fútbol español y europeo. Con la llegada de Di Stéfano, el Real Madrid consiguió ocho ligas y cinco Copas de Europa de forma consecutiva. El equipo blanco contaba probablemente con cinco de los mejores jugadores del mundo: Entre ellos Puskas, Gento, Kopa, Del Sol y más tarde Santamaría. Un equipo que quedará para la historia.

2 La era galáctica. En la Era Galáctica del Real Madrid, Florentino Pérez fichó a Figo, Zidane, Ronaldo y Beckham, conquistando 2 Ligas (2001 y 2003) y la novena Copa de Europa en 2002. Sin embargo, después del fichaje de Beckham en 2003 y el despido de Del Bosque, el Madrid sufrió una sequía de 3 años sin ganar ningún título. Los malos resultados deportivos culminaron con la dimisión de Pérez en febrero de 2006. Tras una crisis institucional, en las elecciones de 2006 fue electo Ramón Calderón como nuevo presidente del Madrid, con la promesa de acabar con la sequía de títulos.

3 Los Yé-Yé. En 1966 el conjunto volvió a ganar la Copa de Europa ya tras el retiro de di Stéfano ese mismo año con el RCD Espanyol. Ese equipo fue denominado popularmente como los Yé-Yé. Se inauguró el pabellón de baloncesto. En la década de los 70, el Madrid conquistó 5 ligas y 3 Copas del Rey. El 2 de junio de 1978 murió Santiago Bernabéu, durante el Mundial de Argentina 1978. Poco después, en septiembre, Luis de Carlos accedía a la presidencia del Madrid. Durante el mandato de Luis de Carlos (1978-1985), el equipo conquistó 2 Ligas, 2 Copas del Rey y una Copa de la UEFA. En esos años se fue formando la Quinta del Buitre: Emilio Butragueño (el "Buitre"), Míchel, Manuel Sanchís, Rafael Martín Vázquez y Miguel Pardeza. En 1981, el Real Madrid fue derrotado en la final de la Copa de Europa contra el Liverpool FC por 1-0.

4 La Quinta del Buitre. Fue una de las mejores generaciones de canteranos del Real Madrid, al conquistar el título de Segunda División en 1984 con el Real Madrid Castilla, el filial del Club. Esa generación conquistó 5 Ligas consecutivas (1986-1990) una Copa del Rey (1989) y un segundo título de la Copa UEFA en 1986. En 1985, Luis de Carlos se retiró de la presidencia por su avanzada edad y fue sucedido por Ramón Mendoza (1985-1995). Además, formó parte de esta generación el goleador mexicano Hugo Sánchez, procedente del Atlético de Madrid. En 1988 el Real Madrid quedó a solo un paso de disputar la final de la Copa de Europa, pero fue eliminado por la regla del gol de visitante en semifinales contra el PSV Eindhoven. Entre sus futbolistas destacaron como no los Michel, Pardeza, Martín Vázquez, Sanchís y por supuesto, Emilio Butragueño.

¿5? El Madrid de Kaka y Cristiano. Sin duda el regreso de Florentino a la presidencia blanca se convirtió en uno de los acontecimientos más importantes de la historia blanca. Pérez ha logrado conjugar en un equipo a dos de los mayores talentos del fútbol mundial: Kaka y Cristiano Ronaldo. De seguro que el nuevo Madrid plantará cara al Barcelona del Triplete. Sólo el tiempo decidirá cual equipo fue mejor.

A lo largo de su historia el Real Madrid a tenido equipos realmente sorprendentes. Este es un repaso de los 5 mejores equipos que tiene el Madrid ha tenido y tiene a lo largo de su historia. Desde el de Di Stéfano hasta el Real de Kaka – Cristiano y compañía.

Sofía Mulanovich campeona mundial de surf en 2004


Reportaje de Terra.pe sobre Sofía Mulanovich y su título mundial en 2004, en el cual habla sobre la otra faceta de la campeona mundial de aquella época, que para muchos era una desconocida y se transformo en campeona mundial, el entrevistador trata de dar a conocer a la gente una faceta nueva sobre Sofía, resaltando su carácter relajado y lo buena onda que es.

Sofía Mulanovich en la cresta de la Ola

Una inquieta muchacha de 21 años y rubia cabellera se ha coronado campeona del mundo del Surf. Ha roto la racha de seis títulos consecutivos que llevaba una australiana grandota, Layne Beachley, y además se ha convertido en la primera sudamericana en ser la mejor del planeta. Ella es Sofía Mulanovich y es peruana. Sí, es peruana, tanto o más que la Papa a la Huancaina y el Ceviche que son la delicia de nuestra rubia de oro.

Terra se acercó al personaje peruano del año y conversó entre olas intentando descubrir sus secretos .

En su casa de Punta Hermosa las olas revientan muy cerca. Sofía Mulanovich, no se inmuta. No pestañea y contesta las preguntas de un reportero que parece haber perdido el equilibrio. Ante tanto logro sólo contesta: “se siente chévere” como para no creérsela y seguir con la misma admirable sencillez que desborda a mares.

“Ahora hay más entrevistas y menos tiempo para entrenar, pero supongo que es normal y cuestión de tiempo para que pueda volver a mi rutina normal de entrenamientos”.

El ruido le indica que se acaba de perder una buena ola y acaso se imagina atacando el mar por izquierda, que es lado que más domina. “Aún me falta mucho, debo atacar mejor las olas por mi lado, pero todo es cuestión de trabajo y querer lograr cosas. Tengo que perfeccionar más mi Surf”, nos revela con hidalguía.

No a la televisión

Antes que ver programas de la televisión local, Sofía prefiere utilizar ese aparato tan maligno como maravilloso para pasarse el día viendo videos de tabla y entrenamientos. “Nunca me gustó ver televisión, son contadas las veces que prendo la tele. Creo que estar en contacto con la naturaleza tal vez me ha hecho una mejor persona”

Como si se pudiera ser más humilde todavía, ella cree que sus grandes maestros Roberto Meza, con quien se subió por primera vez en una tabla y Magoo De la Rosa que pulió su técnica son los verdaderos artífices de sus triunfos.

“Roberto me enseñó a pararme en una tabla y Magoo pulió mi surfing, corriendo líneas largas y técnicas de Surf más competitivas y también me llevó a mi primer campeonato, un Billabong Pro en Australia”.

¿Qué es lo que todavía no te ha preguntado algún periodista?
Esa pregunta ya me la han hecho (Risas)

¿Cuál es el peor episodio que has pasado Sofi?
En Maui (Hawai) se me enredó la pita en una roca, justo antes de mi serie. Me asustó, pero ya pasó. En Francia me golpeó la tabla en la cara pero no pasó nada.

¿Cómo te llevas con las demás competidoras del tour mundial?
La australiana Chelsea es muy buena amiga y con las demás bien

¿Con Layne Beachley, la campeona que destronaste?
No somos amigas, pero bien.

¿Qué otro deporte prácticas?
A veces juego tenis

El tenis fue el deporte que practicaste cuando las males condiciones del mar en Hawai retrazaban la competencia y tu necesitabas acabar entre las tres primeras para ser la número 1 del mundo. ¿Cómo hacerle frente a tanta ansiedad?

Sí, mucha tensión, pero el tenis y jugar con mis amigas en la playa me relajaba.

Además de un título mundial, qué te han dado las olas en lo personal
Me ha ayudado a tener paz interior... estar contenta y tener mayor seguridad.

¿Qué puede hacer llorar a una chica tan feliz?
Uhm, no sé, tal vez que alguien que quiera se muera.

Si te menciono a Juanita Mulanovich en 1948, campeona mundial de colchoneta, que te viene a la mente.
Una de mis tías corriendo bien colchoneta y ganando

Quichi Mulanovich, juez nacional.
Su rostro se enternece y dice: Mi abuelo, mi familia me ha ayudado mucho.

¿Sí se puede, Sofia?
Yo creo que sí. Si realmente quieres algo y luchas por obtenerlo.

A miles de kilómetros de Perú, ¿qué es lo que más extrañas cuando estás fuera?
Mi casa mi familia y mis olas.

¿Extrañas el reconocimiento del IPD, del Gobierno, que aún no llegan?
No me interesa.

Algún mensaje para los internautas de Terra
Siempre den el cien por ciento de cada uno y antes que nada diviértanse.

La entrevista se apaga y chévere, muy chévere, Sofi, la mujer más ‘bravasa’ del mundo sobre las olas se aleja risueña, pero más campeona que nunca.

miércoles, 25 de enero de 2012

Entrevista a Miguel Villegas

En ISIL encontramos al periodista Miguel Villegas, quien está involucrado en el fútbol por su labor dentro del diario, él nos ofrece una entrevista en donde habla de todo. Para Miguel, el fútbol peruano está pasando por una grave crisis: “Hace mucho que no vamos a un Mundial, el torneo va a demorar en empezar por el tema de las deudas y de seguro va a ser lo mismo el otro año y será así al igual que los próximos 20 o 30 años”. Pero para el periodista las apariciones de jugadores jóvenes como Polo, Bazán, Hurtado y Carrillo hacen que aun tengamos confianza en nuestro fútbol y nos cita a Ángel Cappa: “Hace unos años que las apariciones de jugadores jóvenes hacen que el fútbol peruano aun goce de nueva salud y yo creo q es así porque hacen que por instante olvidemos los problemas por resolver, que de hecho los hay”. Afirma el periodista de El Comercio.

Una pregunta inevitable para este periodista, es la actualidad de la selección peruana. Después de tener de tener tantas alegrías, y exquisitos jugadores. A una realidad que nos deja últimos en nuestro continente y sin poder salir de ahí abajo. “Nosotros éramos el real Garcilaso de Sudamérica, somos, no creo que haya cambiado. Digamos, eso se va a ver al final de la eliminatoria. El tercer lugar ha servido para reincorporar esto que se había perdido. Los jugadores no querían venir a la selección de ´Chemo´. Hoy se quiere estar, hay una suerte de encantamiento. Por todo esto que genera Markarián en la gente. Tiene el 81% aceptación según la última encuesta de apoyo, y eso que estamos en el mismo puesto que en las 2 eliminatorias anteriores. Esto tiene que ver con Markarián. Por su figura, Por siempre haberlo querido, pasa por él. Pero seguimos siendo los últimos. No tenemos más de 14 jugadores para armar un plantel. No hay 11 titulares afuera en el futbol internacional. Nuestros 11 no es competitivo.” Aseveró Villegas.

Por otro lado, Villegas habla de lo paupérrimo que es el campeonato local. “Decir algunos sería poco. Pero creo que todo pasa por una errada visión de las dirigencias. Y no me refiero a cambiar cabezas, sino a cambiar la mentalidad en general sobre cómo se deben manejar los clubes. Y eso no se está dando. El 2011 los clubes fueron un desastre, una caricatura. Este año todo apunta a que va a ser igual o peor. Hay clubes con deudas enormes como Universitario o Alianza Lima, equipos que aún no tienen técnico, o planteles como el de Inti Gas que entrenan en la playa Agua Dulce. Incluso existe el riesgo de que se retrase el torneo. El campeonato es el reflejo de tanta irresponsabilidad, de postergaciones, de las reglas que no se cumplen. Es, pues, un fútbol totalmente informal. Hay algunas islas, sí, como San Martín o Juan Aurich. Pero son ‘hipos’ aislados que hacen bien las cosas en medio de un total caos, donde no se ven luces de cambios.” Declaró Miguel.

Pero si es que hay que hacer una autocrítica, el profesor de ISIL la hace sin dudar. Él sabe que el periodismo cumple una función en el fútbol y analiza ésta de la manera más diáfana. “Hay muchas exageraciones, falta de profundidad en lasa noticias, falta de análisis y cuando digo “análisis” también me involucro. No me gustaría hacer un paneo general del trabajo de mis colegas pero creo que también existen trabajos loables.” Afirmó el periodista. Miguel entiende que muchas veces la competencia hace que los periodistas caigan en errores pero asume que lo mejor está en el análisis que uno exponga.

Por: Leonardo Alfaro, Miguel Hernández, Gustavo Martínez y Mario Hernández

Póker ganador


El centésimo Abierto de Australia no tuvo sorpresas en los cuartos de final. Los cuatro favoritos derrotaron con relativa facilidad a sus rivales de turno y lograron formar un cuadro semifinalista de nivel superlativo. El actual número uno del mundo, Novak Djokovic, derrotó al español David Ferrer, quinto del ranking, por 3-0 (6-4, 7-5 y 6-1) en menos de tres horas. El también hispano Rafael Nadal, número dos del ATP, se deshizo del checo Tomas Berdych, sétimo, en cuatro sets con parciales 6-7, 7-6, 6-4 y 6-3 en poco más de cuatro horas. La ‘Perfección Suiza’ Roger Federer apabulló al argentino Martín del Potro 6-4, 6-3 y 6-2; mientras que Andy Murray despachó al japonés Ken Nishikori, 24 del ATP, 6-3, 6-3 y 6-1. Este último fue el único tenista en llegar a esta instancia sin pertenecer al top ten (es el número 24).

De estos cuatro deportistas, solo el escocés Murray no ha ganado el Grand Slam de Australia. Federer se hizo de él en cuatro oportunidades (2004, 2006, 2007 y 2010); Djokovic, en dos (2008 y 2011); y, Nadal, en una (2009). Ahora el mallorquín enfrentará al ‘Expreso Suizo’ en las semifinales, una rivalidad añeja que tuvo un capítulo interesante justamente cuando Nadal ganó el certamen. Por su parte, ’Nole’ intentará demostrar por qué es el primero del escalafón mundial ante Murray, quien llegó a las dos últimas finales del Abierto de Australia.

El partido entre Federer y Nadal se jugará en la madrugada del jueves, mientras que el que sostendrán Djokovic y Murray se llevará a cabo el viernes.

En la rama femenina, la ex número uno (actual décimo primera) Kim Clijsters enfrentará a la bielorrusa Victoria Azarenka, tercera del mundo, por la primera semifinal. La tenista belga eliminó a la líder del ranking, Caroline Wozniacki, en los cuartos de final. La rusa Maria Sharapova, cuarta de la clasificación, deberá derrotar a Petra Kvitova para definir el título. La checa llega a esta semifinal como la segunda del ranking mundial.

Publicado por Diego del Rosario.

lunes, 23 de enero de 2012

MESSI EL GOLEADOR QUE NOS DESPIERTA SE VA A DORMIR


No juega PlayStation, no lee. Lo que Lionel Messi hace cuando no juega fútbol es dormir. En un trabajo minucioso sin precedentes, y a partir de una charla de apenas 15 minutos con el mejor jugador del mundo, el escritor Leonardo Faccio reconstruye la vida de Lionel Messi en este perfil de Etiqueta Negra, que es semilla de un libro que el autor publicará a mitad de año con Random House Mondadori. Una crónica de gol olímpico.


Lionel Messi acaba de volver de unas vacaciones en Disneyworld y aparece arrastrando sus chancletas con esa falta de glamour propia de los deportistas en reposo. Está en la Ciudad Deportiva, una dependencia del FC Barcelona que funciona sobre un valle apartado de la zona residencial, un luminoso laboratorio de cemento y cristales donde los entrenadores convierten a futbolistas talentosos en auténticas máquinas de precisión. Messi es un jugador libre del manual de instrucciones y la Ciudad Deportiva, su incubadora. Esta vez ha aceptado conceder 15 minutos de entrevista y se le ve contento. Luego de una gira con su club por Estados Unidos, estuvo en Disney con sus padres, hermanos, primos, tíos y sobrinos. Mickey Mouse había visto en Messi al personaje perfecto para promocionar su mundo de ilusiones, y su familia completa tuvo acceso a todos los juegos a cambio de que él se dejara filmar en los jardines que rodean este imperio de dibujos animados. Hoy en YouTube vemos a Messi haciendo malabares con un balón delante de toda esa arquitectura de fantasía. 
—Lo pasamos espectacular —me dice Messi, con más entusiasmo que intención publicitaria—. Por fin se dio. 
—¿Qué es lo que más te gustó de Disney?
—Los juegos de agua, los parques, las atracciones. Todo. Más que nada fui por mis sobrinitos, mis primitos y mi hermana. Pero de chico yo siempre quise ir ahí. 
—¿Era como un sueño?
—Sí, creo que sí, ¿no? Al menos para los chicos de 15 años para abajo, sí. Pero si tenés un poquito más, también, ¿no?
En la Ciudad Deportiva, sentados solos y frente a frente, Messi muerde cada una de sus palabras antes de que salgan de su boca. Es como si de tanto en tanto necesitara confirmar que lo hemos entendido, como si pidiera permiso para hablar. De niño padecía una especie de enanismo, un trastorno en la hormona del crecimiento, y desde entonces su pequeñez hizo que siempre posáramos una lupa sobre su estatura futbolística. Visto de cerca, Messi tiene ese aspecto contradictorio de los niños gimnastas: unas piernas con músculos a punto de explotar debajo de unos ojos tímidos que no renuncian al fisgoneo. Es un guerrero con mirada infantil. Pero por ratos es inevitable sentir que uno ha venido a entrevistar a Supermán y que te atiende uno de esos héroes distraídos y vulnerables de Disney.
—¿Cuál es tu personaje preferido de Disney?
—Ninguno en especial. Porque de chico yo no miraba mucho dibujos animados, la verdad —sonríe—. Y después ya me vine a jugar al fútbol para acá.
Cuando dice ‘fútbol’ a Messi se le borra la sonrisa de la cara y se pone tan serio como cuando va a patear un penal. Es esa mirada circunspecta que estamos acostumbrados a verle por la TV. Messi no se ríe cuando juega. El negocio del fútbol es demasiado serio: solo 25 países del mundo producen un PBI mayor que la industria futbolística. Es el más popular de los deportes y Messi el principal protagonista del show del balompié. En los meses siguientes de su visita a Disneyworld, llegaría más lejos que ningún otro futbolista de su edad. Ganaría seis títulos consecutivos con el FC Barcelona, sería el máximo goleador de la Liga de Europa, lo elegirían el mejor futbolista del mundo, se consagraría como el jugador más joven en marcar 100 goles en la historia de su club y se convertiría en el crack mejor pagado con un contrato anual de diez millones y medio de euros, unas diez veces más de lo que ganaba Maradona cuando jugaba en el Barça. Mañana mismo Messi volará al principado de Mónaco para recibir, con un traje italiano hecho a medida, el trofeo al mejor jugador de Europa. Pero esta tarde lleva el flequillo peinado al medio, una sonrisa chueca y la camiseta amarillo fluorescente del Barça por fuera de unos pantalones cortos de entrenamiento. Es uno de los principales animadores de la rueda de la fortuna del fútbol, pero hoy luce como un chico desaliñado que viene a mirar el show.
Después de dominar el balón en Disneyworld, a Messi le quedaban aún unas semanas de vacaciones. Pudo haberlas continuado en el Caribe o en las islas Seychelles, pero decidió volver con su familia a la ciudad donde nació. Rosario queda al norte de Buenos Aires, en la provincia de Santa Fe. Es la tercera ciudad de Argentina y la tierra del Che Guevara. El último genio del fútbol repartía sus horas entre sus encuentros con amigos de la infancia y su estancia en la casa de sus padres en el barrio de Las Heras. Pero una semana antes de que acabasen sus vacaciones hizo sus maletas y regresó a Barcelona, donde siempre lo recibe Facha, su perro bóxer. Vive solo con esta mascota, y por temporadas viajan a acompañarlo la madre, el padre, la hermana. La prensa se preguntó por qué un futbolista superestrella interrumpía sus días de descanso, siempre tan escasos. Messi dijo que volvía a entrenar para estar bien. Por esos días jugaba en la selección argentina las eliminatorias para el Mundial de Sudáfrica. Maradona era su entrenador y Messi sabía que podía ser su primer mundial como número diez titular. Quería regresar a Barcelona para continuar con el show, pero a la vez porque sentía que se estaba aburriendo allí. 
—Cuando voy a Rosario me encanta. Porque tengo mi casa, mi gente, todo. Pero me cansa porque no hago nada —dice como quien levanta los hombros—. Estaba todo el día al pedo y también aburre estar así. 
—¿No mirás televisión?
—Empecé a ver Lost y Prison Break. Pero me terminó por cansar. 
—¿Y por qué las dejaste?
—Porque siempre pasaba algo nuevo, una historia nueva y aparte siempre otro te la contaba. 
Messi se aburre con Lost.
Messi es zurdo. 
Pero a primera vista parece que su fetiche es su pierna derecha: la acaricia como si de rato en rato tuviera que calmarla. Luego uno se da cuenta de que el objeto de sus caricias no es su pierna hiperactiva sino un BlackBerry que lleva en el bolsillo. Los futbolistas fuera de serie tienen hábitos que los acercan al resto de los mortales y eso parece que humanizara su genialidad. De Johan Cruyff se decía que fumaba en el vestuario minutos antes de entrar a la cancha. Maradona hizo de la cocaína su cómplice y enemigo. Hasta en la intachable vida social de Pelé no faltó quien lo acusara de disfrutar de la compañía de jóvenes menores de edad. La mayoría de futbolistas exitosos compran todo el tiempo cosas que sirven más para ostentar los beneficios del presente que para asegurar el porvenir. Nuevos coches deportivos, ropa vistosa, relojes aparatosos. Mientras Ronaldinho rentaba su casa en Castelldefels, Messi compraba la suya a tres calles de él: una edificación de dos plantas ubicada en la cima de una colina y con vista al Mediterráneo. A despecho de la caricatura de estrella con Rolex de oro, enormes gafas Gucci y modelo rubia del brazo, el genio que se aburre de las historias nuevas de la TV es adicto a los perfumes de moda. En su familia saben que una fragancia envuelta para regalo le arranca una sonrisa. El único objeto de su vanidad es tan efímero como invisible. 
—¿Y cómo es uno de tus días normales, después de entrenar? 
—Me gusta dormir la siesta. Y a la noche, no sé, voy a lo de mi hermano a cenar.
Para llegar a esta entrevista, Lionel Messi se había privado de un ritual que mantiene desde niño. Todos los días, después de las prácticas en el club, almuerza y se va a dormir. Dos o tres horas después, despierta. En general nunca interrumpe su rutina. Messi lo explica con su voz apagada en una de las canchas donde entrena. La siesta es para él una ceremonia cuya utilidad ha ido cambiando con el tiempo. De niño, el reposo del sueño, además de la medicación, le ayudaba a regenerar sus células. Messi dormía para poder crecer. Hoy dice que tiene otras razones para dormir por las tardes. Siempre lo hace de la misma manera. No usa la cama doble que tiene en su cuarto: se tumba con la ropa puesta en el sofá de su sala. Le da igual quedarse allí dormido mientras alguien friega los platos en su cocina o retumba una puerta que se cierra. Hoy Messi ya no necesita crecer: hace la siesta porque no le apetece hacer otra cosa después de apartarse de la pelota. La lista de entretenimientos que podría comprar acaba tarde o temprano por cansarlo. La siesta parece ser un antídoto. Nadie se aburre cuando duerme.
Hay algo misterioso en los genios y es normal que queramos desvelarlo. Los fans hacen lo imposible por tocar a sus ídolos. Es una forma de comprobar que son reales. Los periodistas, en cambio, les hacen preguntas para saber si su mundo privado se parece al de los mortales. 
“¿Es verdad que es adicto a los videojuegos?”, le preguntó un periodista de El Periódico de Cataluña. 
“Antes estaba enganchado. Ahora juego muy poco”.
“¿Mira fútbol por televisión?”, quiso saber un cronista de El País. 
“No, no miro fútbol. Yo no soy de mirar”. 
Antes de esta tarde a solas con Messi cientos de periodistas quisieron entrevistarlo. 
Uno de ellos arriesgó su vida en el intento.
Messi no parecía darse cuenta. Una noche, acabado un partido por la Copa del Rey, un hombre amenazado de muerte lo esperaba en los túneles que conducen a los vestuarios del estadio del FC Barcelona. Era el escritor Roberto Saviano. Lo había buscado para conocerlo sabiendo que allí también lo podían matar. Desde que desnudó a la mafia de Nápoles en su libro Gomorra, ha vivido sin paradero conocido y con una custodia de más de diez guardaespaldas que lo acompañan adonde vaya las 24 horas del día. Esa noche le buscaron una butaca donde no pudiese ser alcanzado por un francotirador. Quería conocerlo en persona, darle la mano, pedirle un autógrafo, hacerle unas preguntas. Buscaba encontrarlo a solas, pero los guardaespaldas se negaron a despegarse de él. Decían que cumplían órdenes. Ellos también se morían por ver al futbolista que soñaba con conocer Disneyworld. 
Uno espera nueve meses para que le concedan 15 minutos con él. 
A Saviano, que había arriesgado su vida para ir a darle las gracias, Messi le dijo que en Nápoles se sentiría como en casa. 
Le dijo una veintena de palabras. 
No más. 
Hoy, en la Ciudad Deportiva, después de contarme sus vacaciones en Disney, Messi me arquea las cejas como un actor del cine mudo que espera más preguntas. Es como un mimo sonriente, alguien que cambia de cara todo el tiempo. La electricidad de su cuerpo en los campos del fútbol hace que se le compare con un muñequito de PlayStation. Lionel Messi exige metáforas menos eléctricas y más surrealistas. El chico que nos divierte a millones no encuentra por las tardes nada más entretenido que tumbarse a dormir. 


*****
Leo Messi no acostumbra a hablar con extraños de otra cosa más que de fútbol. Una de las excepciones es cuando pide comida a domicilio. Un día el carnicero de Messi estaciona su camión de reparto frente a la casa de su cliente más famoso, y con el gesto de un guía turístico me indica que, sobre el muro de su fachada, hay unas cámaras de vigilancia. Son las tres de la tarde y es probable que a esta hora la Pulga esté durmiendo. Nadie trepa la cuesta llena de curvas de Castelldefels para llegar hasta aquí a contemplar el Mediterráneo. Pero cuando se le antoja hacer un asado, Messi llama al carnicero y él se acerca con el pedido de bifes, achuras y chorizos. El carnicero, un argentino a quien sus amigos llaman ‘el Gallego’, se ha ofrecido a guiarme. La Pampa, el restaurante donde trabaja, sirve asado cocido a las brasas y vende carne de vaca argentina a domicilio. La casa de Messi está en la cima de una colina, al final de una calle angosta y rodeada de un bosque de pinos. Aquí no llega el transporte público. Es un sitio ideal para estar callado. 
Hablar con él es un privilegio de gente como el entrenador, su papá y el carnicero. Aunque a veces ni del entrenador: Maradona, quien lo dirigió en la selección argentina, dijo que conseguir que Messi le contestara el teléfono es más difícil que entrevistar a Dios. Jugar al detective que lo persigue hace que los informantes se dividan entre quienes se jactan de conocer en persona al famoso y los que recuerdan haberlo conocido antes de que la fama los apartara de su mundo. 
Mónica Dómina fue la maestra de Messi de primero a cuarto grado en el colegio Las Heras. Una noche conversamos por teléfono de los años en que la Pulga ocupaba el primer pupitre de la clase. 
—¿Usted le enseñó a leer y a escribir?
—Sí, pero no le gustaba nada la escuela. Lo hacía por obligación. 
La voz de Dómina tiene el tono maternal de una maestra y la solemnidad de quien declara un testamento.
—Era muy tímido —me dice—. Tuve un grave problema para poder comunicarme con él.
—¿Y cómo hacía para incentivarlo a hablar?
—Tenía una amiga que se sentaba al lado suyo y me transmitía a mí todo lo que él quería decir.
—¿Era como su intérprete?
—Sí. Ella hasta le compraba la merienda. Actuaba como la mamá con el nene. Y él se dejaba que ella le dirigiera todo. 
A la edad en que todos los niños preguntan, Leo Messi se comunicaba con su maestra a través de una ventrílocua de seis años. Hoy, como a los genios auténticos, no se le reconocen maestros. “Da la sensación de que Messi todavía no se trata a sí mismo de usted —dice Jorge Valdano—. Alcanzar esos niveles de celebridad sin confundirse es imposible, salvo que uno sea un superdotado o un autista”. A Lionel Messi se lo acusa de vivir dentro de una burbuja. 
—¿Necesitaba un psicopedagogo?
—Yo recomendé a la mamá que lo llevara a la psicóloga —insiste la maestra—. Tenía que salir de su timidez y reforzar su autoestima. La tenía muy baja.
El carnicero de Messi tiene hoy la autoestima muy alta. En el restaurante donde trabaja han hecho del nombre de su cliente estrella parte de su plan de marketing. Es el maître quien ofrece a los fanáticos una visita guiada a través de una escenografía rústica: fotos de caballos colgando de las paredes, meseros vestidos de gauchos y el cartel de una vaca en la entrada. La Pampa es un restaurante de carretera con carta de vinos, a cinco minutos en coche de la casa de Messi. Los domingos al mediodía siempre llega alguien preguntando si es allí adonde el ídolo va a comer su plato preferido.
—¿Es cierto que lo que más pide es milanesa a la napolitana? 
—Al menos acá, no —deslinda el maître—. Messi siempre come lo mismo: tira de asado. 
De eso se tratarían sus dilemas fuera del campo: elegir entre una tira de asado y una milanesa a la napolitana. Un psicoanalista la pasaría mal intentando arrancarle más intimidad en un diván. Messi prefiere los sofás para la siesta. 
—¿Y al final Messi fue a la psicóloga? —pregunto a la maestra. 
—No me acuerdo —lamenta—. Lo que sí recuerdo es que su mamá siempre traía a clase los trofeos que él ganaba jugando al fútbol. Pero él se moría de vergüenza. 
—¿Tuvo otros alumnos así de tímidos?
—No. Él era distinto. Todos querían jugar con él. 
Dómina contesta rápido. Quiere decirme más.
—Era un líder que ejercía en silencio —dice como empuñando el teléfono—. Por acciones y no por palabras. Veo que ahora sigue igual. 
—¿Qué imagen le queda de él?
—Lo veo chiquito y movedizo, con esa sonrisa de que escondía algo y sabías que algo iba a hacer. 
—¿Lo ha vuelto a ver desde que dejó de ser su alumno?
—Nunca. 
La maestra calla. 
Pero Messi sigue asistiendo de algún modo al colegio: ha donado pupitres, útiles escolares, computadoras. 
Hoy la Pulga observa el mundo desde sus ventanales que dan al Mediterráneo. Es un paisaje inmóvil que condena a las cámaras de vigilancia al aburrimiento. Están allí por si pasa algo, y la mayor parte del tiempo no pasa nada. El carnicero, si sabe algún secreto, no me lo dirá. Apenas soltará algunos huesos, como los que se lanzan a un perro, para que se lo devuelvan al amo. Antes de subir al camión de reparto para llegar hasta aquí, el maître me detuvo en la mesa número 12 del restaurante para contarme algo. Una noche Messi llegó con una chica en su Audi Q7, el coche que el club les da a todos sus jugadores. Pidieron asado de tira y chorizo. De postre, helado de dulce de leche. La cena fue a la luz de las velas. Messi presentó a la chica como su novia. 


*****
Leo Messi empieza a fastidiarse de que le pregunte tanto sobre sus vacaciones. Se acaricia la pierna, que es su teléfono, y su mirada navega tras los árboles que circundan la Ciudad Deportiva. Sus ojos van y vienen como si persiguieran una pelota en un campo de golf. Le recuerdo entonces una noticia del periódico y de pronto el titular lo devuelve a la órbita. Se trata de su novia. Era un día de carnaval en Sitgets, un balneario al sur de Barcelona con aires caribeños, veraneantes gays y un festival de cine fantástico. El sol imitaba un día de primavera. En la fotografía, Messi, quien vive a unos kilómetros de allí, llevaba del brazo a una chica que apenas superaba la altura de sus hombros. La foto anunciaba un nombre: Antonella Roccuzzo. Una miniatura con apellido despampanante. 
—¿Y lo de la novia? —le digo—. ¿Es verdad?
—Sí, desde chiquitos nos conocemos —dice como si abriera la envoltura de un caramelo—. Es la prima de mi mejor amigo. 
Messi tiene amigos. 
El mejor es Lucas Scaglia. 
“La prima de mi mejor amigo”. Parece título de película italiana. 
Serie B. 
Un día Scaglia lo cuenta por teléfono. 
En las divisiones inferiores del club Newell’s Old Boys de Rosario, los niños eran kamikazes que jugaban para Messi. Scaglia era el kamikaze número 5. Messi era un gran goleador tímido. Cuando se conocieron, empezaban la escuela primaria. A veces la Pulga se quedaba a dormir en casa de Scaglia. 
Messi le resta melodrama.
—¿Y veías a la prima en su casa? —le pregunto en la Ciudad Deportiva. 
Se inclina como si fuera a contarme cómo ganar más puntos en PlayStation. Pero en verdad me dice:
—Desde chiquitos los dos jugábamos. Y terminó en una relación. 
Los Messi tienen su origen en Recanati, la ciudad del poeta Leopardi. En el paisaje de su infancia, dentro de la gran comunidad de inmigrantes en Rosario, los italianos son la familia más numerosa. La madre de la Pulga es Celia Cuccittini. Los primos son Biancucchi. Su mejor amigo es Scaglia. La novia es Roccuzzo. Los Scaglia y los Roccuzzo son primos. Sus padres administran un supermercado y comparten una casa de dos plantas. Messi llegaba a visitar a Scaglia. La novia del futuro vivía en el primer piso.
—¿Pero alguna vez ella te había rechazado? —le digo.
Son engañosas las fotos que congelan a Messi con el rostro desencajado en el instante de un zapatazo mortal. También las cámaras que lo enfocan cuando lleva la pelota en los pies. Ante la virilidad futbolera que exige aullidos de vencedor después de convertir un gol, Leo Messi es el único futbolista estrella capaz de provocarnos ternura con sus festejos, como cuando al final de un partido se lleva la pelota bajo el brazo con la cara de un niño que gana un peluche en el tiro al blanco. En la cancha, el pibe pierde todas las inhibiciones: llora, camina con la camiseta afuera, saca la lengua, pone cientos de caras. Podría haberme puesto una mala cara con la pregunta sobre si alguna vez su chica lo había rechazado. Pero Messi me responde con una mueca cómplice. Es el gesto de alguien que acepta jugar.
—Desde que nos conocimos, nos gustamos.
A la Pulga le sale una sonrisa chueca.
—Después estuve un tiempo sin ver a mi amigo y a ella también. Y en un par de años la volví a ver y, bueno, empezó. 
De golpe Messi gira la cabeza como si un dedo invisible le tocara la espalda. Van diez minutos de entrevista y ya busca la salida, como el buzo que cuenta los segundos para volver a la superficie.
El resto de vidas parecen moverse con más lentitud. 
La maestra ocupa el mismo puesto en la escuela. 
La novia estudiaba Diseño de Modas y lo dejó. 
El mejor amigo juega en el Panserraikos de Grecia. 
La Pulga creció 37 centímetros en diez años. 
Messi guardaba sus ampollas con hormonas de crecimiento en la nevera de su mejor amigo. Las llevaba con él cuando no dormía en casa.
Lucas Scaglia lo vio inyectarse más de una vez. 
Se inyectaba cada noche. 
En las dos piernas. 
Una por una. 
Lo hacía solo. 
En silencio. 
No lloraba. 
Lucas Scaglia lo vio empuñando su hipodérmica. Pero Messi nunca le contó que le gustaba su prima. A Scaglia se lo contaron por teléfono, 13 años después de conocerlo, cuando jugaba en Grecia. 
Su escasez de palabras no la reserva solo para la prensa. 
“Messi únicamente produce titulares con los pies”, dice Valdano. 
Una forma amable de hacer ver como virtud lo que la prensa ve como una carencia. El silencio de Messi no es el del que se reserva un pensamiento: es el silencio del futbolista que nos hace felices y que, felizmente, no tiene nada que añadir. 
—¿Y que harán? —le pregunto a Messi—. ¿Se van a casar?
Una brisa mueve el aire espeso del verano en la Ciudad Deportiva.
—Estamos bien, así —me dice sin pensar. 
Y de inmediato explica:
—Todavía no pienso en eso. Hoy no me siento preparado ni quiero. Creo que hay otras cosas antes de casarme. 
Por primera vez Messi habla en voz alta del futuro. Sus palabras fluyen como si resbalaran con cautela por un tobogán. Es el tono entre tímido y prudente que usa frente a las cámaras de TV cuando comenta el campeonato que se propone ganar, solo que, en vez de goles y estrategias de juego, administra el tema de su novia y una boda incierta. Su vida privada es un relato intrigante y bien aprendido ante la prensa deportiva. Pero la realidad interrumpe su cuento de amor cuando por detrás de la cabeza de Messi se asoma de repente una mano. Es una mano con un, dos, tres dedos en alto. Es la mano del jefe de prensa del club que me advierte que se me acaba el tiempo. En minutos Messi volverá a extraviarse tras una pared de esta gran incubadora de cemento y cristal. 


*****
Cada vez que viaja a Barcelona, la madre de Messi, Celia Cuccittini, intenta recuperar con él los ritos de su infancia: por las noches le acerca una taza de mate cocido, se sienta en su cama y le acaricia el pelo antes de apagar la luz. Las madres de los genios suelen desaparecer de los radares de la prensa y sus fanáticos. Buscar a la señora que le acaricia la cabeza a Messi es un tarea ingrata. Siempre se oye un contestador que anuncia que su teléfono está apagado. En la televisión de España, Celia Cuccittini aparece sonriente en una publicidad de postres que acaba con la voz aniñada de Messi diciendo gracias, mamá. La familia y el club han creado una burbuja que lo protege, una extensión del vientre materno donde no lo invada el mundo de los hombres rudos del fútbol. Desde Barcelona son 15 los números que hay que marcar a Rosario para comunicarse con su madre. La rutina de pulsarlos es tediosa. Una noche, después de dos meses de llamarla todos los días, la mujer aparece del otro lado de línea. 
La voz suena despreocupada, como si estuviese haciendo otra cosa mientras me atiende. 
Le pregunto si es la señora Cuccittini. 
—No, soy la hija —me corrige. 
—Buscaba a tu mamá.
—Mi mamá no está. 
—¿Tiene otro teléfono donde pueda encontrarla?
—Sí, pero no me lo sé de memoria. 
María Sol Messi tiene 16 años y hace un silencio como esperando que le digan quién llama. Está en su casa del barrio Las Heras y me dice que usa el teléfono de su madre porque el suyo se ha estropeado. Su imagen no es frecuente en las fotos que los paparazzi difunden de la familia Messi. Aunque a veces María Sol aparece en la prensa por casualidad. El día que a su hermano lo coronaron el mejor jugador del mundo, una cámara de TV la enfocó por unos segundos en la ceremonia: es delgada, tiene la cabellera castaña y los rasgos angulosos de su cara le dan un toque de severidad similar al de su hermano cuando está serio. El mundo de éxitos futbolísticos ha envuelto su vida desde niña. Cuando Messi viajó a Barcelona para probarse en el fútbol profesional, ella recién empezaba la escuela primaria. 
—Al principio veía en la tele a mi hermano y no lo podía creer —me dice desafinada—. Es Messi pero sigue siendo la misma persona. No cambió.
—¿Vos mirás fútbol?
—Sí. Pero no lo miro con mi mamá. Me gusta más con mi papá.
—¿Por qué?
—Nadie quiere mirar los partidos con mi mamá. Aparece Leo jugando y empieza a gritar a la tele, llora, se pone muy nerviosa. Mi papá es más tranquilo. 
María Sol Messi no espera más preguntas para continuar retratando a su hermano. 
—Yo soy más como Leo —me advierte—. Me gusta estar en casa. Con una tele y la computadora soy feliz. 
—Tu hermano —le recuerdo— me dijo que prefiere dormir la siesta.
—Sí. Viene de las prácticas, se acuesta en el sillón y ahí se queda toda la tarde. No sé cómo hace para dormirse rápido a la noche. Él es feliz así.
La hermana de Messi parece estar sola en casa.
El padre, que también vive en Rosario, es el representante de su hijo. Menudo y macizo, Leo Messi será igual a él dentro de 20 años. Cuando el Barça ganó el mundial de clubes a Estudiantes de la Plata en la capital de Emiratos Árabes Unidos, durante los festejos los espectadores confundieron a Jorge Messi con su hijo. Lo levantaron en hombros. Cuando era un adolescente, el papá de Messi también jugó en Newell’s. Tuvo que abandonarlo por el servicio militar, los estudios, el matrimonio. Era empleado en una siderurgia, pero la paternidad le permitió continuar el fútbol por otros medios. Cuando la Pulga empezó a asombrar en el Barcelona, sus dos hermanos mayores ya jugaban en las ligas inferiores de Newell’s. El negocio de la gran promesa futbolera nunca lo tomó desprevenido. Después de tener dos hijos varones y futbolistas, solo deseaba que el tercero fuese mujer. 
Lionel Messi jugaba al fútbol como una pulga maravillosa y, como toda pulga maravillosa, no crecía. El esfuerzo por convertirse en jugador profesional tenía el motor de la ilusión deportiva, pero también el apuro de financiar su tratamiento médico. Cuando cumplió 11 años, Messi medía algo más de un metro y treinta centímetros, lo mismo que un niño de nueve. Desde el momento que lo vio, el médico supo que el diagnóstico era “edad ósea retrasada”, un trastorno provocado por déficit de GH, la hormona del crecimiento. Debía recibir una dosis diaria de somatotropina sintética para combatirlo. El tratamiento inyectable costaba mil dólares por mes, más de la mitad de lo que ganaba su padre entonces. El fútbol dejó de ser solo un juego y pasó a ser una tabla para salvarse del naufragio. 
María Sol Messi entró en la adolescencia cuando las medicinas de su hermano ya no eran un problema familiar. Ahora participa de la fama de su apellido desde esa invisibilidad que tienen los hermanos menores, esos que ven todo sin que nadie los vea. La vida pública de su hermano le debe parecer un espectáculo para disfrutar ante un cubo repleto de palomitas de maíz. 
—Una vez estábamos en el shopping mi mamá, mi papá, mi tío, mi tía, todos. Llamó Leo y nos dijo: “Voy para allá”.
Messi llegó al centro comercial y la gente lo rodeó. Todos lo querían tocar. 
—Lo tuvieron que sacar con policías.
La inconciencia con que Messi vive la fama produce en su hermana una risa cómplice. Su voz suena cristalina del otro lado del teléfono. No es casual que entre los seguidores de Messi haya más niños y adolescentes que juegan PlayStation que adultos adictos a los calzoncillos de diseño. María Sol Messi cambia de registro tan rápido como un zapping de películas los domingos por la tarde. 
—Cuando le va mal es mejor no hablarle —me cuenta—. Se queda tirado en el sillón mirando tele. Pero no lo hace de malo. Es que está bajoneado. 
La Pulga tenía motivos para hacer horas extras en su sofá: había marcado solo dos goles en los últimos diez partidos de las eliminatorias al mundial de Sudáfrica, y los diarios argentinos seguían preguntándose por el paradero del genio. Lo veían como un extranjero con la camiseta equivocada. Lejos de su rutina en el Barça, el goleador de la Champions League se portó como un chico extraviado y triste. Parecía haber perdido la intuición, esa cualidad de saber hacer las cosas sin pensar, y que unida a su velocidad hace que Messi juegue siempre en tiempo futuro, un paso por delante de los demás. Vestido con la camiseta de Argentina, presionado por los deberes de la adultez, Messi pensó y, mientras pensaba, traicionó su juego, que consiste en la irresponsabilidad de la infancia. En el vestuario, esa cultura tan argentina como latinoamericana en la que el liderato lo ejerce un caudillo, se exige ser Maradona. Los caudillos políticos deben ganar adeptos antes de subirse al púlpito; los futbolistas caudillos los ganan en el vestuario antes de entrar en la cancha. El silencio de Messi sin goles empezaba a ser ruidoso. 
La prensa argentina nunca lo había criticado tanto. Le pedían ser un padre severo cuando era el hijo tímido y travieso que siempre lloraba en sus momentos de frustración. En un juego de la Champions League, a pesar de que su equipo había ganado, Messi rompió a llorar en el vestuario por no haber jugado de titular. También había estallado en llanto el día que debutó en la selección mayor argentina y lo expulsaron sin haber cumplido un minuto de juego. Después de ganar seis títulos consecutivos, no pudo contener las lágrimas al quedar afuera de la Copa del Rey. Messi vive cada derrota como el fin del mundo, con un espíritu amateur que los niños suelen tener. Pero ante la frustración en la selección de su país, Messi no lloraba: miraba al suelo. En vez de lágrimas, una seriedad funeraria inundaba su cara. 
—Estaba muy mal en ese momento —me dijo la hermana—. Todos lo saben.
—¿Y vos qué hacías?
—Yo le agarraba la mano. 
Lionel Messi tiene las manos grandes de un arquero. 
Cuando tenía cinco años, su abuela materna lo llevó de la mano a jugar fútbol por primera vez. Hoy el nieto le dedica los goles apuntando sus dedos al cielo. Desde entonces Messi no suelta la mano de toda su familia. 
—Le agarraba la mano —añade María Sol—. Pero no le hablaba. 
Su genialidad empuja a quienes lo rodean a renunciar a sí mismos para actuar de administradores de su talento y fortuna. Rodrigo Messi es el mayor de los tres hermanos y, después de su padre, el segundo filtro para llegar a ‘la Pulga’. Llegó a Europa con la idea de continuar su carrera futbolística que había empezado en Newell’s y ahora una de sus responsabilidades es hacer la cena para Messi. Al dejar las canchas, estudió Gastronomía y cada noche se encarga de alimentar a un genio que solo le apetece comer carne. Una tarde, en el bar de un hotel cinco estrellas, Rodrigo Messi me dijo que a su hermano no le gusta el pescado ni las verduras. Ese mismo día, había renovado contrato con el Barcelona por diez millones y medio de euros al año, y él venía de acompañarlo. Es el único de la familia que se quedó en Barcelona para ayudarlo a cumplir con el plan. De rato en rato suelta una sonrisa nerviosa y se pasa la mano por el pelo sin estar despeinado. En su casa suelen llamarlo con el apodo de ‘Problemita’, y su mayor problema no es pensar en el menú de cada noche. Es organizar la seguridad de Leo Messi. 
—Cuando sale de casa después de cenar —me dice el hermano—, me quedo preocupado. A él no le gusta tener seguridad. Pero se la ponemos sin que él lo sepa. 
—¿Qué crees que le puede pasar? 
Rodrigo Messi concentra en una mueca nerviosa una multitud de peligros que ahora no puede enumerar.
—Con la fama aparece la envidia, la mala persona y hay que tener cuidado de todo —me advierte—. El fútbol es un mundo aparte. 
Llevar el apellido de un genio es una sombra que inspira y castra a la vez. Al hermano de Maradona le fue tan mal con el balón que acabó jugando en Perú como si fuese la atracción de un circo. Cuando jugó en el Barcelona, el hijo de Cruyff demostró que solo había heredado los ojos azules de su padre. El hijo de Pelé fracasó como arquero del Santos y acabó involucrado en casos de tráfico de drogas y lavado de dinero. Para Rodrigo Messi la urgencia de cuidar a su hermano en un planeta desconocido y peligroso se ha convertido en la misión de su vida. En cambio, al otro lado del teléfono, María Sol prefiere hablar de una fiesta inolvidable.
—¿Y qué te regaló para tu cumple? —pregunto.
—Me regaló de todo. Estaba en España pero llamaba todos los días —me dice—. Quería saber de qué color iba a ser el vestido. 
El futbolista que se duerme cuando no tiene un balón se desveló para festejar los 15 años de su hermana. Desde Barcelona, se aseguró de que reservaran el salón del mejor hotel de Rosario, que contrataran un servicio de catering para doscientas personas, que ella eligiera el vestido que más le gustara. Eligió también la música en vivo. Le regaló una cadenita de oro de la que colgaba un corazón, y un anillo.
—¿Y bailó?
—Sí. Y nos quedamos todos sorprendidos porque en el casamiento de mi hermano estuvo toda la noche sentado. 
Era la primera vez en su vida que su hermana lo veía bailar.
Nadie le pide a Messi sorpresa mayor que la pura fantasía de sus goles. Una de sus gambetas puede ser tema de conversación durante meses, y los enamorados del fútbol les contarán a sus nietos que ellos lo vieron jugar. Sin proponérselo, Leo Messi es parte de los nuevos efectos especiales de la felicidad colectiva. Hoy también es el héroe de su hermana. 
—¿Qué te gustaría hacer? —le pregunto a María Sol. 
—Me gustaría irme a Barcelona a empezar teatro. ?Su voz de adolescente se afina en convicción.
—Me gustaría ser algún día como mi hermano —me dice—. Pero en actriz. 
María Sol Messi lo dice con la seguridad del que siente que todo es posible. Incluso negar la idea de que solo puede haber un genio en la familia. Aún no sabe que detrás de todo arte se esconde un calvario. El de su hermano puede ser el aburrimiento que lo acecha cuando se aparta de las praderas del balón. Sin espectadores ni aplausos, para Leo Messi el show debe continuar cada tarde, en el silencio de su casa, cuando va a cerrar los ojos y deja caer su cabeza sobre un almohadón.


*****
Leo Messi prefiere no recordar ciertas cosas de su infancia. Faltan tres minutos para que acabe la entrevista y suelta el gesto de fastidio que pone cuando le anulan un gol: el mentón hundido, la boca torcida, el ceño apretado. Es su reacción cuando ve un libro asomarse en mi mochila. Haber sacrificado su siesta no es lo que incomoda esta tarde a Messi. Antes de que cumpliera 22 años, en España ya se habían publicado dos biografías sobre él. Una de ellas, El niño que no podía crecer, de Luca Caioli, celebra la epopeya futbolística de la Pulga en el desmesurado mundo del balón. Hoy Messi lo mira con recelo.
—Ahí salen cosas que no tenían que salir —me advierte señalando el libro con su barbilla. 
En el melodrama futbolístico de su infancia, Messi aborrece unos episodios. Tenía 13 años cuando subió por primera vez a un avión y cruzó hacia Europa con su padre. Un tercero viajaba con ellos. 
—Lo recuerdo como si fuera hoy —me dice Fabián Soldini al teléfono.
Si todo salía bien en el viaje, un agente debía ocuparse de los contratos. Soldini habla de Messi con tono paternal.
—Era tan bueno —insiste— que nos ofrecimos a pagarle el 50% de los medicamentos que necesitaba para crecer.
Era un producto de exportación y el agente vio su destino en España. 
En un video casero, el niño Lionel Messi hace 97 toques con una naranja y 130 con una pelota de tenis. 
Los esféricos no caen al suelo. 
El agente lo filmó haciendo esos malabares. 
Envió copias a sus contactos en Barcelona. 
—¿Cómo era Messi a los 12 años?
—Muy introvertido —recuerda Soldini—. Cuando lo llevábamos al médico le costaba sacarse la ropa para que lo revisaran.
Le costaba también separarse de su familia. En ese primer viaje a España hubo una escala de Rosario a Buenos Aires que para Messi fue dramática. 
—No paró de llorar —me dice el agente—. Parece que ya sabía que no iba a volver. 
—Era frágil —le digo—. Pero cuando juega se lo ve muy aguerrido. 
—Sí. El desafío lo incentiva. Él siempre necesitó jugar por algo. 
Soldini responde al instante todas las preguntas, como si se las hiciera a sí mismo todas las mañanas.
—Una vez le prometí que si hacía cinco goles le regalaba un conjunto deportivo Puma.
Eran sus primeros días en Barcelona.
La Pulga vivía en una habitación del hotel Plaza, en el barrio de Sants. Desde su ventana veía las torres venecianas, las estribaciones arboladas del Montjuic, la Plaza España. En su cabeza solo cabía una idea: tenía 17 días para demostrar lo que sabía hacer con el balón. Se había ido del país donde ningún dirigente de club quería pagarle el tratamiento para crecer y en Barcelona se jugaba el futuro en los partidos de prueba. Minutos antes de entrar al vestuario, la Pulga se detuvo. 
—Tenía vergüenza de entrar solo —dice Soldini—. Lo tuve que acompañar. 
Esa tarde Leo Messi hizo cuatro goles y le anularon uno. 
El agente cumplió su promesa y le dio su regalo. 
Hoy, en la Ciudad Deportiva, Messi mira con recelo los libros que cuentan esta parte de su vida. 
—¿Y qué cosas no tenían que salir? —insisto mientras hojeo sus páginas. 
—De esas cosas —me dice— mejor tenés que hablar con mi viejo. 
Su padre se sobresalta cuando va a hablar de negocios.
—Leo nunca tuvo representante —enciende su voz en el teléfono—. No quiero hablar de eso. 
De lo que el padre no quiere hablar es de una demanda pendiente. La empresa de su exagente reclama el cobro de los días en que Soldini y sus socios se encargaron de que Messi llegara a Barcelona. Horas invertidas cuando el futuro de la Pulga era todavía incierto. Hoy Soldini agrava su voz desde Argentina. 
—Ya ni me saluda —me dice sobre Messi—. Y tuve que ir al psicólogo por eso. Yo le dije: a mí no me mataste la billetera. Me mataste el corazón.
Leo Messi debió acomodarse a la lógica del negocio. El video en el que hacía malabares con una naranja acabó publicitando una tarjeta de crédito. Soldini, el videasta de aquella función infantil, se enteraría por la televisión. El fin de la inocencia amateur fue el principio de la codicia industrial: el primer gran compromiso por la Pulga se pactó en una servilleta. El entonces director deportivo del Barça, Carles Rexach, lo vio jugar siete minutos y, frente a un agente intermediario, tomó la servilleta de un restaurante y firmó un compromiso de contrato. No quería que otro club se apoderara de Messi. El Barça se adueñó de su futuro en la precariedad de un papel descartable. En menos de una década, un chico veinteañero pasó a ganar cuatro veces más de lo que Barack Obama declara por la venta de sus libros y por presidir el país más poderoso de la Tierra. Su apellido es una marca registrada que funciona como empresa familiar con el nombre Leo Messi Management. El genio del fútbol ha grabado anuncios publicitarios para bancos, refrescos, líneas aéreas, videojuegos, máquinas de afeitar, y posado en publicidades de calzoncillos y pijamas. Un pijama que no necesita para dormir la siesta.

Leo Messi Management vuelve a girar la cabeza y no encuentra al jefe de prensa que debe rescatarlo. Su impaciencia es la de un alumno obediente que espera que alguien toque la campana del recreo para irse. Juanjo Brau, el fisioterapeuta que sigue a Messi por el mundo, dice que un modo de entenderlo es observar la posición de su cabeza: cuando la agacha, es como si se colgara un cartel que dice no molestar. La mayoría de las estrellas del balón tienen una actitud que los hace parecidos a sí mismos dentro y fuera del campo: el andar con el pecho afuera de Maradona, la sonrisa de carnaval de Ronaldinho, la lentitud elegante y aristocrática de Zidane. Lejos del balón, Leo Messi parece un clon sin baterías del jugador electrizante que todos conocemos. Un mal representante de sí mismo. El jefe de prensa no viene por él, y la Pulga está a punto de levantarse. Pero antes echa una mirada a su teléfono y comprueba que nadie lo ha llamado. 
—¿Guardás tus fotos ahí? —interrumpo. 
Messi se calza las chancletas como si se estuviese levantando de la cama. Se despereza.
—Mandar sí que mando —me dice—. Pero no soy de guardar fotos. 
El jefe de prensa aparece agitándome los brazos como el árbitro que expulsa a un jugador. Es el fin. Leo Messi ha apartado los ojos de mi mochila, donde están los libros que cuentan su historia y que él no quiere leer. Los libros son para él como unos vecinos que no le apetece saludar. Una vez su entrenador Pep Guardiola le regaló uno. Confió en que su título sería intrigante para un jugador que siempre gana. Pero también quiso enviarle un mensaje envuelto en papel sorpresa. Se trataba de la última novela de David Trueba: Saber perder. 
—¿Y lo leíste?
—Lo empecé porque me lo regaló él —me dice, por Guardiola—. Pero no me gusta leer. 
—¿Sabés que cuenta la historia de un pibe que viene de Argentina y conoce una chica acá?
—Sí, después pregunté y me lo contaron.
Saber perder. 
Lionel Messi sigue llorando cuando pierde. Hoy, en la Ciudad Deportiva, se despide con un apretón de manos que no aprieta, tan relajado y ausente como él mismo cuando no lleva la pelota en los pies. Aquí se mueve y habla y calla con una pereza engañosa que desaparece ante sus rivales. En su edad de oro, Ronaldinho despistaba defensores ocultando una jugada letal tras una sonrisa; Messi desconcierta al mundo con su presencia distraída. Mañana volveré a verlo por la TV, cuando lo premien como el mejor futbolista del año en Europa, uno de los 20 trofeos que ha recibido esta temporada. Llevará un traje italiano de entallado justo y que, aun así, le queda como prestado. Después volverá a su rutina doméstica en cámara lenta, la paradoja perfecta del chico más impredecible en los jardines del mundo. Pero esta tarde, en unos minutos, Messi conducirá su coche, solo y cuesta arriba hasta su casa con vista al Mediterráneo, para acabar hundido, como siempre, en el hipnótico sopor de su sillón.




COMENTARIO DE LA ENTREVISTA
El periodista español, Leonardo Faccio, tiene una breve entrevista/encuentro con Lionel Messi en uno de los parques más famosos del mundo: Dysneylandya. Faccio solo tiene 15 minutos para poder hacerle preguntas, pero no sólo eso. Él se fija muy bien en sus facciones, manías, ticks, personalidad y miradas del actual mejor jugador del mundo. 

El corto tiempo estando frente a 'la pulga' le hace saber más de él. A veces no basta realizar una lista grande a una persona para conocerlo, siempre hay que ir más allá, tal vez, observar su exterior y ver su interior. Las expresiones de una persona representan/describen algo, de tal forma, Leonardo (periodista) lo descubrió y pudo escribir el perfil del jugador argentino.

Hablan mucho respecto a su entorno de Messi, su familia, sus costumbres, comida, y uno de sus mejores pasatiempo: dormir. Lionel, solamente juega fútbol cuando entrena, y cuando está participando en algún campeonato. No ve fútbol (no le gusta), y cuando se separa del balón, espera con ansias llegar a su casa, comer carne y quedarse echado toda la tarde en su sofá. Es adicto al blackberry y colecciona perfumes. 

Algo que describe claramente de Messi es su personalidad: Es completamente tímido. Se declaraba por cartas, a través de un amigo, cuando estaba en el colegio. Actualmente está con una chica, que es la prima de su mejor amigo, una modelo que conoció cuando eran adolescentes. 

El periodista ha utilizado esa técnica: preguntar y observar. De esta forma, se puede conocer bastante de tu entrevistado.

PUBLICADO POR JAIRO RÚA.