jueves, 7 de junio de 2012

Olvidémonos del Mundial: Sin compromiso nuestro destino no es Brasil 2014



¿Existe el amor a la camiseta? Para la gran mayoría del  futbolista peruano al parecer eso no existe. El llegar a un partido de Eliminatorias con la mitad de los ‘referentes’ lesionados es muy extraño. Y  es más aún cuando el técnico no lo cuestiona y se molesta cuando alguien se atreve a preguntar el ¿por qué?  De lo sucedido.

Si de verdad en  algún momento llegamos a pensar que teníamos ‘Cuatro fantásticos’ o que  en la Videna  están los ‘Vengadores’ dirigidos por un  ‘Mago’. Simplemente nos engañaron. Para mala suerte nuestra  ocupamos el tercer lugar en la última Copa América. Digo mala suerte, porque ello nos engañó. Fue un simple golpe de azar, Markarián no puede decir que planificó eso. Sería una nueva mentira.

El excusarse de hablar cuando más se requiere de su palabra, no es de ahora. Ya lo había hecho en otros lados. Sergio Markarián, cuando selló su vínculo con la Federación Peruana de Fútbol sabía donde se metía, conocía el medio y ahora nos refriega un tercer lugar en Copa América y un sub título con Cristal.

La derrota con Colombia nos devolvió a la realidad. En el Perú no existe el trabajo serio en  el fútbol. Se juzga a Revoredo por la falta de técnica en el gol ante los ‘cafeteros’, pero él no tiene la culpa sino los profesores que de repente nunca tuvo en divisiones menores.

Los resultados  en el campo de juego no los vamos a resolver así venga a dirigir a Perú, Guardiola o Mourinho. Lamentablemente, aquí  primero se velan por los intereses de los dirigentes y sus viajes, que  el verdadero amor al fútbol.  Nos hemos acostumbrados a vivir engañados por ellos. Y si las cabezas hacen lo que quieren, ¿Qué podemos esperar de los futbolistas?

Jugamos como  nunca y perdimos como siempre. Parece cliché. Pero es de toda la vida. Ahora viene un rival realmente duro. Un Uruguay que siente de verdad su camiseta, que mata por ella. Esperemos que la presentación ante ellos sea digna y que Markarián no quiera desenmascarar a todo el mundo al final del partido. Aunque quizás opte por quedarse por allá y diga que lo olvidaron en el hotel. 

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