El Chelsea y Bayern Munich son para muchos, los finalistas
que no deberían estar en el partido
decisivo en Alemania (la final se disputará en Munich). Muchos periodistas, analistas, hinchas e incluso personas que no están
vinculadas en el mundo del fútbol, deseaban una final española: Real Madrid –
Barcelona.
Este deseo no parte de un simple capricho del espectador,
sino del murmullo periodístico que
hablaba que esta supuesta final (Real Madrid – Barcelona) iba hacer la soñada,
la mejor final de la historia de la Champions League. Dicho murmullo fue la
principal razón del alimento grasiento que el público absorbió y disfrutó.
¿Por qué sería la final de ensueño?, yo diría por el morbo que se junto antes de
disputarse las semifinales. La mayoría quería
observar el duelo Messi- Cristiano Ronaldo.
El equipo de Alemania
y el equipo de Inglaterra tienen suficiente plantel y sus jugadores, que han
ganado un nombre en el planeta fútbol, están totalmente actos para enfrentarse
el 19 de Mayo. Bayern Munich, ganador de
este certamen hasta en 4 oportunidades, sabe que es jugar un partido
trascendental, no es un simple conjunto que ha llegado por primera vez a una
final. Por otro lado, Chelsea, que en esta última década se ha ganado el
apelativo de “grande” por tener como
dueño absoluto a un magnate ruso, tiene en sus filas a futbolistas que han
participado en mundiales.
Se habló mucho de la clasificación del Chelsea a la final:
que los ingleses se encarcelaron en su área y no tenían en mente salir a
proponer y ver la luz del fútbol bonito, que el Barcelona mereció ganar esa
llave porque el equipo catalán circulaba el balón a base de pases elegantes, de
profundidad y largos, que siempre o casi siempre, tenían un receptor ilusionado
con seguir trasladando la pelota de ese modo.
A un conjunto que esta actuando de visita y con 10 hombres,
no le pueden mandar a presionar a un Barcelona, que llevaba entre sus hombros, muchas
ansias de convertir el gol que lo
trasbordaba a la esperada final. Se critica
al equipo dirigido por Di Mateo, pero que se puede acotar cuando todo argumento
de ‘ganar’ es válido. Mandar a tu equipo a defenderse y agruparse en su área, con un jugador menos,
es una opción de vencer y llevar felicidad a tu país.
El Barcelona no pudo cargar la presión de un estadio que pedía
a gritos ganar, después de haber perdido prácticamente la liga ante su máximo
rival. Pese a que el Barcelona está acostumbrado a vencer a equipos que se
acoplan en su área, esta vez fue diferente, pues el Chelsea, después de la expulsión
de su capitán, Jhon Terry, imitó el papel que interpretó el Inter de Milán hace
dos temporadas. No tener un nueve de área como lo era David Villa (lesionado) o
Zlatan Ibrahimovic (actualmente en el Milán), le costó caro a un conjunto que se dedicaba mandar centros a un centro delantero
fantasma.
Por otro lado, Real Madrid que cuenta con un plantel absolutamente poderoso, no consiguió
defender su resultado (2-0) y posteriormente no logró anotar el gol de la clasificación ante un Bayern
Munich que prácticamente se reía dela demencia madridista. Un ambiente similar
al del Camp Nou, sólo que en esta semifinal se jugó 30 minutos más.
Angustia, desesperanza, molestia se visualizaba en los
rostros de los futbolistas del Real Madrid. Tal vez pensar en la eliminación del
Barcelona, gozar de su fracaso antes y durante el partido, fue el eje que
comandó su propio hundimiento.
Bayern Munich no imitó en el juego al Chelsea, pues a comparación del equipo de Londres,
los bávaros sí propusieron y hasta se
dieron el lujo de dominar el partido. Tener en un plantel a dos jugadores
ofensivos que juegan en los extremos como Robben y Ribery, es un privilegio
para cualquier club. Se notó que estos
jugadores fueron los diferentes en campo.
El 19 de mayo observaremos a otros dos grandes del fútbol
mundial, que no son el Real Madrid y el Barcelona. Duelo que no tendrá nada que envidiar a la supuesta final que la prensa catalogó como “la mejor
final de todos los tiempos”.
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