Parece que esta vez la garra no bastará. A lo largo de su vasta historia Universitario de Deportes salió airoso de vaivenes deportivos e institucionales. La premisa que fungió de salida fue la energía y la fibra con que se encararon los hechos de turno.
En el inicio del siglo XXI el éxito de Universitario de Deportes era innegable. Acababa de estrenar casa nueva. El Monumental abrió sus puertas de manera majestuosa. En lo deportivo el club venia de ser tricampeón. Sin embargo los pasivos de tan fastuosa fiesta comenzarían a pasar factura de inmediato.
Por el club de Odriozola pasarían luego del mandato de Alfredo González: el finado Javier Aspauza, Gino Pinasco y en el ínterin un nuevo ciclo del primer citado. Todos sufrieron los avatares de una economía lejos de los balances en azul. Hoy los merengues encaran la etapa más crítica de su vida institucional. Abrumado por las deudas millonarias a la Sunat, el club está virtualmente quebrado.
Aquella luz en el horizonte que trajo aires de confianza tras la asunción de Julio Pacheco se ha ido apagando conforme avanzan los días. Ni el esperado "dream team" ha podido mitigar en algo un desenlace que parece cada vez más insorteable. Esa calma que se instaló en Ate tras la llegada del hombre fuerte de Santo Domingo, se resquebrajó tras las declaraciones del tesorero Julio Álvarez.
En la Asociación ya se interpuso una inhabilitación preventiva que impediría jugar a los cremas ante Cienciano. Las deudas que se tienen con el plantel tienen fecha de resolución. Si para el jueves la "U" no ha cumplido con los futbolistas, no podrá presentarse en el Miguel Grau del Callao. Esto acarrearía un walk over, sumado a los pedidos de Alianza Atlético y Sporting Cristal, quienes han pedido los puntos correspondientes a sus duelos ante los merengues, han terminado por poner al club en el paredón.
La única forma para explicar la supervivencia de la “U”, es entendiendo que el fenómeno social ha superado largamente al club deportivo. Sin embargo los cimientos en Ate andan de tumbo en tumbo. No se percibe la cohesión de antaño. Esa que hizo triunfar al equipo de Cappa. Los jugadores han ido ventilando su disconformidad. Esta ha sido puesta de manifiesto. El fútbol peruano se merece un Universitario de Deportes peleando los puestos de vanguardia, alejado de los vórtices de lo extradeportivo. Esa mitad más uno lo anhela. En el fondo los medios lo deseamos. Pero para esto la “U” tendrá que hacerse un solo puño. Una fuerza colectiva única encaminada a reflotar un club sumido en problemas. De no ser así desunidos serán vencidos.
En el inicio del siglo XXI el éxito de Universitario de Deportes era innegable. Acababa de estrenar casa nueva. El Monumental abrió sus puertas de manera majestuosa. En lo deportivo el club venia de ser tricampeón. Sin embargo los pasivos de tan fastuosa fiesta comenzarían a pasar factura de inmediato.
Por el club de Odriozola pasarían luego del mandato de Alfredo González: el finado Javier Aspauza, Gino Pinasco y en el ínterin un nuevo ciclo del primer citado. Todos sufrieron los avatares de una economía lejos de los balances en azul. Hoy los merengues encaran la etapa más crítica de su vida institucional. Abrumado por las deudas millonarias a la Sunat, el club está virtualmente quebrado.
Aquella luz en el horizonte que trajo aires de confianza tras la asunción de Julio Pacheco se ha ido apagando conforme avanzan los días. Ni el esperado "dream team" ha podido mitigar en algo un desenlace que parece cada vez más insorteable. Esa calma que se instaló en Ate tras la llegada del hombre fuerte de Santo Domingo, se resquebrajó tras las declaraciones del tesorero Julio Álvarez.
En la Asociación ya se interpuso una inhabilitación preventiva que impediría jugar a los cremas ante Cienciano. Las deudas que se tienen con el plantel tienen fecha de resolución. Si para el jueves la "U" no ha cumplido con los futbolistas, no podrá presentarse en el Miguel Grau del Callao. Esto acarrearía un walk over, sumado a los pedidos de Alianza Atlético y Sporting Cristal, quienes han pedido los puntos correspondientes a sus duelos ante los merengues, han terminado por poner al club en el paredón.
La única forma para explicar la supervivencia de la “U”, es entendiendo que el fenómeno social ha superado largamente al club deportivo. Sin embargo los cimientos en Ate andan de tumbo en tumbo. No se percibe la cohesión de antaño. Esa que hizo triunfar al equipo de Cappa. Los jugadores han ido ventilando su disconformidad. Esta ha sido puesta de manifiesto. El fútbol peruano se merece un Universitario de Deportes peleando los puestos de vanguardia, alejado de los vórtices de lo extradeportivo. Esa mitad más uno lo anhela. En el fondo los medios lo deseamos. Pero para esto la “U” tendrá que hacerse un solo puño. Una fuerza colectiva única encaminada a reflotar un club sumido en problemas. De no ser así desunidos serán vencidos.
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